miércoles, 8 de abril de 2020

El Rito de los Coproglifos de Guadalajara


Guadalajara es una ciudad extraña. Para gran parte de sus habitantes, sus vidas enteras transcurren sin que se percaten de ello, incluso sus inevitables roces  con lo weird son pasados por alto con un encogimiento de hombros y la certeza -inquebrantable ante los hechos que la contradicen- de que nada fuera de lo ordinario hay aquí. Sólo en muy raras ocasiones, algo se presenta que resulta imposible ignorar, y se convierte en un tema pasajero en los medios, en un comentario chusco, una anécdota olvidable. O incluso en alguna novela entretenida que se suma a las ficciones locales. El mataindigentes, la mujer lobo del Colli, la oleada ovni de los 1990s, los vampiros de Belén y de Huentitán, son pasajes del folklore moderno que ni siquiera se han vuelto muy conocidos.

Ahora tenemos el más repulsivo de todos.

Los coproglifos cruciformes que han aparecido en distintos lugares de la ciudad desde noviembre de 2019 hasta ahora han alcanzado notoriedad gracias a una nota de El Deforma (cuyos redactores deben estar perplejos ante la cantidad de artículos totalmente verídicos que han podido extraer de las vicisitudes de los mexicanos a lo largo del último par de años, para mantener la altura extravagante de su material, sin necesidad de inventar nada).

Este ha sido además el tema de la investigación que ha demorado la partida de Andrés Vela, periodista, ovnílogo e investigador forteano, quien ya se aprestaba para una ausencia prolongada en busca de ciertas personas desaparecidas y de cierto estudio antropológico acerca de festividades folklóricas; y esto a pesar de que ni siquiera la inminente cuarentena lo había disuadido de dicho propósito. Pero quienes hemos seguido su trayectoria sabemos que lo único que Vela no puede resistir es la aparición de un enigma.
“Abundan las hipótesis”, escribe Andrés Vela. “Para muchos, no hay misterio: la autoría de los coproglifos sería de un indigente de las inmediaciones de San Juan de Dios que fue visto hace meses llevando a cabo tales actos, una protesta contra un sistema social que destruyó su vida. Otros lo ven como una instalación artística, de nuevo, con mensaje de protesta, una crítica a la sociedad consumista (porque algunas de las primeras cruces fueron vistas sobre anuncios publicitarios, aunque en la mayoría, este no es el caso) o bien por las compras febriles de papel higiénico (lo cual queda invalidado porque comenzaron meses atrás), o incluso como un ataque a la iglesia (por tratarse de cruces, algo en cierto grado más verosímil). Tampoco es creíble que sea una burla al presidente por su desdén ante las medidas de seguridad ante el coronavirus, ateniéndose a sus amuletos, haciendo referencia al apodo que se ganó al repudiar al crimen organizado con la frase ‘fuchi, caca’”.
Lo que echa por tierra estas hipótesis son los hallazgos realizados por los participantes del grupo de Facebook Los Testigos de la Cruz de Caca, donde, al observar si se podía trazar una cruz al marcar los sitios de los coproglifos sobre un mapa de la ciudad, Andrew Bugambilia descubrió que en realidad se podía trazar una especie de pentagrama distorsionado.


Este hallazgo impactó a todos; sin embargo, como ha sido señalado, los coproglifos son mucho más numerosos, y continúan apareciendo. Sin embargo, ahora podemos hablar de que hay copycats.
Al hablar de la cuestión los investigadores especializados en el caso, alguien reportó otro coproglifo en el cruce de Hospital y la Calzada Independencia. Con esto se descubrió que tomando los sitios de las cuatro puntas laterales del supuesto pentagrama, y añadiendo éste, se formaba un segundo pentagrama. El primero en ser sorprendido por esto, fue el propio descubridor del pentagrama original, quien confesó haber unido los puntos con la intención deliberada de encontrar una estrella y proclamar una teoría misteriosa. Ahora, precisando más las ubicaciones que él había señalado de manera aproximada, un auténtico pentagrama se revelaba, traslapado con el original y falso(?) aunque igualmente distorsionado:


En lo personal, yo me enteré de todo esto gracias a que la publicación de El Deforma coincidió con la de una reseña en La Crónica de Hoy del primer tomo de la edición del Necronomicón que he estado preparando para la Universidad Valencia de Montecruz: Necronomicón I: Los Nombres de los Perdidos.

Mandrágora Ediciones recibió varios mensajes sugiriendo una posible relación entre la aparición de los coproglifos y la muy reciente publicación del segundo tomo del Necronomicón, titulado La Liturgia del Caos, y enviando algunos símbolos o sigils pertenecientes a la magia del Necronomicón basados en la figura del pentagrama, al grado de orillar a los editores a publicar un disclaimer: 


En realidad, esta situación me dice que fue afortunada la decisión de la Universidad Valencia de Montecruz de insistir en que redujésemos de manera considerable la extensión del segundo volumen, omitiendo los capítulos relacionados a las Razas prehumanas, y entre ellos aquellos que se refieren a los Señores de la Abominación y los Hijos de la Pestilencia.

Al discutir los pentagramas que se traslapan sobre las calles de Guadalajara, se ha observado que, tomando los seis puntos, se podría conformar un hexagrama, una estrella compuesta por dos triángulos entrelazados.


¿Podemos realmente pensar que una labor tan compleja es obra de un indigente solitario, provisto de un plano de Guadalajara y capaz de recorrer y marcar de manera impune las zonas más dispares? Esto es indudablemente obra de un grupo; sin embargo, también podemos observar un compromiso con su objetivo, o bien un morbo perturbador, si notamos que los coproglifos han sido trazados con la mano desnuda de los perpetradores.

Ahora bien, al observar el hexagrama es notorio que, de nuevo, su forma resulta achatada. Pero hay otro tipo de hexagrama que puede trazarse con ellos, y que sin ser perfecto, resulta más proporcionado: el hexagrama unicursal, que fuera favorecido por el mago y esoterista Aleister Crowley, la Gran Bestia, el cual llevó a cabo durante su estancia en el Hotel Francés, en Guadalajara, sus primeros experimentos con la magia Enochiana del Dr. John Dee, traductor del Necronomicón.
Resulta notorio que el punto central del hexagrama unicursal sería nada menos que el obelisco que se encuentra en la plaza Juárez, frente al parque Agua Azul, sede del Tiánguis Cultural de Guadalajara.

La editora de Mandrágora me señaló que en uno de los diagramas que le enviaron los lectores, se encuentra una forma variante del Sello Arquetípico d’Erlettiano –el cual, de manera regular, es una estrella de cinco puntas, distorsionada, con un símbolo en su centro que consiste en un ojo con un pilar de fuego en lugar de pupila- en este caso, con una especie de pilar u obelisco en el centro.
Se trata de la torre de R’lyeh, donde reposa al gran Cthulhu muerto pero soñando, representada con un ojo en el Liber Logaeth, un resumen del Necronomicón realizado por el Dr. John Dee. Esto vincula la torre de R’lyeh con la Torre de Koth, nexo inframundano de los innumerables pasajes dimensionales conocidos como los Laberintos de Zin (Asenath Mason ha escrito al respecto en Necronomicon Gnosis, y en la recopilación de la Logia Magan Explorando lo innombrable). Se trata de un concepto complejo de explicar, pero que en efecto, coincide de manera perturbadora con el obelisco de la plaza Juárez, el cual se encuentra en un cruce de las líneas Ley que recorren nuestra ciudad.

Otras observaciones simbólicas han sido lanzadas por Francisco de Lizardi, acerca de un posible rito de evocación al demonio Belfegor, aludiendo al simbolismo del Gólgota, monte de la calavera que era a su vez (como ha señalado el exegeta Kevin Smith en su infodocumental teológico Dogma) un túmulo de excremento acumulado de los millares de hombres allí crucificados a través de los años; esto ha sido asociado con cierto orden de demonios que se manifiestan en las heces, y en las letrinas, llamados Golgotanos:


Los Golgotanos obedecen al demonio Belfegor, de quien escribe Colin de Plancy:

“…demonio de los descubrimientos ingeniosos e inventos. A menudo toma el cuerpo de una mujer joven. Proporciona riquezas. Los moabitas, quienes lo llamaban Baalfegor, lo adoraron en el monte Fegor. Algunos rabinos dicen que era honrado en la letrina y que le ofrecian el residuo de digestión, del cual era merecedor. Es por esta razón que ciertos eruditos ven en Belphégor al dios Crepilus y otros argumentan que es Príapo. - Selden, citado por Banier, afirma que le ofrecían víctimas humanas, cuya carne era devorado por sus sacerdotes. Wierus comenta que él es un demonio que siempre tiene la boca abierta; observación que, sin duda, se debe a Pégor, que significa, según Leloyer, grieta o hendidura, porque a veces era adorado en cuevas y le arrojaban ofrendas por sus aberturas”.
-Diccionario infernal, ed. 1863

 La combinación de la cruz con esta sustancia es sugerente en efecto, a la luz del folklore en torno al Gólgota. Sobre todo si recordamos que el nombre Guadalajara proviene de Wadal Hijara, que algunos traducen “río que corre entre piedras” aunque al parecer se refiere en realidad no a piedras sino a heces.

Al respecto de esto, en un número reciente del cómic John Constantine: Hellblazer, éste se enfrenta a un demonio Golgothano, o demonio de excremento; difícilmente podemos imaginar que sea casual cuando, en ese mismo número, otro personaje dice haber descubierto que una serie de manifestaciones paranormales trazan una figura sobre el mapa de la ciudad y Constantine responde con cinismo: “Déjame adivinar, un jodido pentagrama sobre Londres, ¿correcto?”
Es evidente que el guionista se encuentra familiarizado con los pormenores del oscuro sistema mágico representado por los coproglifos.
La situación se vuelve más compleja cuando nos enteramos de que hay una sutil señal en una secuencia de Mulholland Drive, de David Lynch (2001), que prefigura todo esto. En dicha secuencia, en el fondo de la escena, se aprecia una cruz trazada como grafitti con pintura marrón... justamente abajo de un letrero prominente con el nombre Guadalajara: 

En el post de Mandrágora, por cierto, alguien ha puesto a manera de comentario unas líneas que llevan la cuestión a una escala simbólico poética:

Daniel HL Coloridos ojos pintan de gris los días amarillos vibrantes, almas débiles en forma de ofrenda, disfraces de virus fusionan las almas. Se presenta el nuevo centenario, se cobra la cuota.
dd quo familia Caca

Ante la precisión de estas palabras, rematadas por el símbolo de Aries, cuyo periodo dio comienzo justamente en el presente equinoccio, cuando el diagrama quedó completado y el asunto alcanzó el conocimiento público. Esto me hace sospechar que Daniel HL ha llevado a cabo su propio análisis del fenómeno, y sus conclusiones son inquietantes, precisamente porque pueden ser acertadas.

Sin embargo, el hexagrama –unicursal o no- parece ser una pista falsa.

Andrew Bugambilia, descubridor original de los pentagramas, confesó que al construir el primero, en son de broma, él inventó la quinta punta; por lo cual, acertó de manera inesperada, ya que la verdadera quinta punta estaba todavía por descubrirse, como ya vimos:



Esto nos lleva en una dirección distinta. El obelisco de la Plaza Juárez no se encuentra en el centro del pentagrama auténtico, sin embargo, continúa formando parte del diagrama, como el quinto ángulo del pentágono conformado por la zona central de la estrella. Esto me ha llevado a un intento de identificar las otras cuatro puntas. Aunque nada hay concluyente, en una de ellas se encuentran el Parque de la Revolución, antiguo emplazamiento de una Penal, y el Exconvento del Carmen, cuya rica historia y folklore lo señala como uno de los sitios de cruce de líneas Ley de mayor fuerza en el centro histórico de la ciudad (y donde Alberto Rodríguez y yo encontramos una “puerta” sellada, como lo he narrado en El código secreto del Necronomicón (Keli, 2013). Otra punta se ubica en el barrio histórico de Analco, y otra más junto a la Plaza de la Bandera. Otra punta, incidentalmente, se encuentra justo en el domicilio donde vivió por un tiempo mi difunto primo Julio Abbadie Robles, lo cual resulta inquietante a un nivel personal.

He aquí el mapa que he mantenido para la presente investigación (para acceder al mapa en Google y poderlo explorar, da clic aquí):



Algunas teorías, entre juego y locura, son memorables:


Pero la cuestión permanece, ¿qué hay en el centro del pentagrama? Andrew observó que se trataba del Templo de San Juan Bautista en el barrio histórico de Mexicaltzingo, y se encontraba buscando información, o leyendas, respecto al mismo cuando una hipótesis alarmante y truculenta apareció oportunamente.

Marco Hazael había lanzado una hipótesis dramática y absurda, afirmando que se trataba de una especie de rito masónico y/o templario (algo que puede sonar impactante, pero para cualquiera que tenga nociones de lo que es la masonería, o que haya estudiado a la Orden del Temple, resulta bastante ridícula). Pues bien, cuando Víctor Ramos L. señaló que en la zona central del pentagrama se encontraba también un templo masónico, un tal Jordan envió a Andrew un polémico video de un tal Félix y una serie de enlaces acerca de secuestros y tráfico de órganos en Guadalajara, sin mayor explicación. La combinación de tan infames cuestiones con su dramática hipótesis, sin una conexión explícita, resultó comprensiblemente inquietante para muchos, quienes dieron por sentado que el templo masónico era la clave, y algunos decidieron abandonar la investigación, asustados por las implicaciones.

Aunque al principio supuse que el autor de la hipótesis masónica era un conspiracionista ordinario, esto me parece demasiado oportuno: sospecho que alguien sintió que los investigadores sui generis se estaban aproximando incómodamente a la verdad, por lo que esta hipótesis siniestra y de connotaciones criminales –y, me atrevo a añadir, completamente falsa- fue arrojada deliberadamente para desviar el rastro y precisamente para asustar y disuadir a los interesados.

El templo masónico es meramente circunstancial, de esto no me cabe la menor duda. El templo de San Juan Bautista, en cambio, a pesar de haber sido descartado ante el dramatismo de la pista falsa, no sólo se encuentra más próximo al punto central, sino que el hecho de tratarse de este templo en particular no es posible que sea casual. Si alguien se tomaría la molestia y el esfuerzo de trazar un diagrama complejo sobre la zona centro sobre la ciudad, ¿acaso la opción obvia para su punto central no sería la Catedral? Sin embargo, fue la parroquia de San Juan Bautista la elegida, una iglesia de bella arquitectura, en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, pero que ni siquiera es conocida por muchos. ¿Por qué?

La razón resulta obvia para quienes conocemos la Guadalajara nocturna: el párroco de San Juan Bautista fue, por años, uno de los dos exorcistas oficiales de la Iglesia Católica en Guadalajara. Numerosos exorcismos y liberaciones fueron llevadas a cabo, a puerta cerrada, dentro de este sagrado recinto. Por lo tanto, se trata de uno de los bastiones de nuestra ciudad en la lucha contra las fuerzas oscuras.
Ahora bien, si regresamos a los diagramas y sigils que los preocupados lectores enviaron a Mandrágora Ediciones, uno de ellos es la versión de d’Erlette del Sello Arquetípico, la estrella de cinco puntas –de trazos curvados y asimétricos- con un ojo en su centro, que es en realidad un cartouche con un pilar de fuego en lugar de pupila, símbolo de los Dioses Arquetípicos, utilizado por estos –según una versión del mito- para expulsar y contener a los Seres de las tinieblas. El símbolo de su fuerza de protección y rechazo a los horrores primigenios. Una mejor analogía para este símbolo de resguardo y destierro que el templo que concentra las fuerzas manifestadas durante décadas de exorcismos, es difícil imaginarla.

Sin embargo, el pentagrama se encuentra trazado con heces; es una profanación, una inversión cruda del símbolo, que representa la corrupción y perversión del mismo. Esto es sin duda un rito que busca resquebrajar y volver impotentes las fuerzas que defienden a nuestra ciudad, pero a su vez distorsiona el mito del Necronomicón al amalgamarlo con la simbología cristiana, reduciendo a las fuerzas de la luz y de la oscuridad a “bien” y “mal”, a “ángeles” y “demonios”, en términos bíblicos. Lo que es casi como preparar un pay de manzana utilizando arroz y pollo, pero es bastante frecuente cuando los libros prohibidos de las tradiciones paganas caen en manos de satánicos (muy distintos de los verdaderos satanistas) que quieren leer en todo a Dios y al Diablo.

Porque, aun cuando el simbolismo utilizado sea éste, la distorsión del mismo muestra una psicología muy particular. Como lo dice el escritor Ignacio Aceves, autor de Penumbra, Cerca… muy cerca y Faremont, pueblo solo:

“Yo en particular lo veo y lo noto como un acto de rebeldía. El acto de rebeldía se da primero porque se aprovechan instantes en el que el miedo hace que se llame la atención; en segundo lugar, se tocan elementos sensibles para una idiosincrasia como la que tenemos nosotros, que son las cruces; y si te fijas, aunque no están bien hechas, dan la impresión de que son cruces invertidas, es decir, nos hablan de algo contra la religión; algunos cristianos bueno a esto le sumas tú que están formados en forma de pentagrama, que es una clara reducción satánica. Entonces nos puede hablar de una rebeldía que busca decirnos que es el momento del demonio; en pocas palabras, no creo que carezca de una esencia más fuerte, yo creo que es fruto de alguien que está queriendo aprovechar este momento para generar su ira, su molestia hacia una creencia generalizada como es la religión. Siento que por ahí va el asunto; no creo que sea parte de un grupo ni un culto, es más bien alguien que está queriendo sonar como un profeta oscuro, pues aprovecha  ya que ahorita es muy fácil -con las redes sociales, con toda la tecnología- obtener estos puntos, estos elementos; es muy fácil de hacerse. Por eso su acción, si te fijas, es trascendente; es tan trascendente que por ello hay gente como nosotros hablando de ello.

“Yo te diría también que verifiques el concepto de profanaciones de ciudades, donde se hable de cómo se hacen cosas para manchar la ciudad; recuerdo en La hora del vampiro, de Stephen King, que pasa algo similar con el perro, que lo matan y entonces el cementerio deja de ser camposanto; existen otras novelas, nomás ahorita no me acuerdo dónde, en cuestiones similares se supone que se profana una ciudad para que para que entre la maldad, para que entre el demonio”.

Y en efecto, de entrada recuerdo el caso de una obra de Warren Ellis, en las páginas de Hellstorm, donde el símbolo de uno de los 50 Nombres de Marduk era trazado por un criminal sobrenatural. Pero en particular pienso en Megapolisomancy: A New Science of Cities, de Thibaut De Castries, un enigmático tratado –que Fritz Lieber dio a conocer en su obra Nuestra Señora de las Tinieblas- que parte de la premisa de que, cuando una ciudad alcanza cierto nivel de crecimiento, se vuelve una entidad con alguna clase de vida, un egrégor semiconsciente, cuyos habitantes son como sus células. Este es un concepto que he explorado en particular; y semejante método de profanación es como el equivalente de lo que describían aquellos testimonios de adolescentes que en la década de 1970 circularon como parte del “pánico satánico”, donde éstos narraban sus experiencias en manos de sectas satánicas que buscaban corromperlos y abrir sus cuerpos a la posesión demoníaca. En ese caso, tales testimonios –por ejemplo, Michelle Recuerda y Jay’s Journal- resultaron ser falsificaciones producto de jóvenes aleccionados por fanáticos empeñados en recolectar fondos con el pretexto de combatir a estas imaginarias sectas diabólicas; pero aquí las menciono como una analogía. La ciudad es una criatura debilitada, es tomada en un momento de crisis, y despojada de sus defensas, para que en ella se abra una puerta a las tinieblas exteriores. Todo esto llega a su cúspide durante el Equinoccio, momento en que el velo entre los mundos se abre según las más antiguas tradiciones.

Volviendo a los puntos señalados en el pentagrama, mencioné que uno de los puntos del pentágono interior es el obelisco de la Plaza Benito Juárez. Mi analogía con la Torre de Koth, sugerida por los lectores de Mandrágora Ediciones, resulta sin duda aventurada; originalmente iba a descartarla del presente artículo. Hay dos cosas que me llevaron a conservar su mención.

La primera es que, al buscar una fotografía del obelisco, encontré una foto del año 1956, cuando la fuente rectangular –hoy en desuso- que se encuentra a un lado del mismo tenía una forma muy distinta: un óvalo con un círculo en su centro, precisamente como un ojo. Y este ojo de agua literal, de existir todavía, estaría con una precisión aun mayor que el obelisco, en el cruce exacto de las líneas del pentagrama:

Ya había escrito lo anterior cuando me enteré de que el pasado 25 de marzo –apenas una semana después del equinoccio (algunos medios noticiosos en la web aseguran que fue el día 27; esto es un error, lo sé porque yo me enteré el día 26)- se produjo un fenómeno atmosférico singular en torno al sol, y empezaron a circular las siguientes fotografías, descritas por algunos como el Ojo Que Todo lo Ve:


He dicho que fue afortunado que los profesores de la UVAM nos orillasen a excluir del tomo II del Necronomicón los capítulos que mencionan a los Señores de la Inmundicia; de ninguna manera pienso que su edición no deba llevarse a cabo, sino que de haber estado presentes en este libro, me habría visto en aprietos para refutar una posible relación de la nueva edición con los coproglifos. Por el contrario, me parece más que nunca que la publicación del libro prohibido de Abdul Alhazred es un oportuno acierto. La actual edición contiene valiosos símbolos que pueden ser utilizados como resguardo y oposición a las Abominaciones del ritual coproglífico, en particular una forma del Sello Arquetípico fiel a como lo representó el propio H.P. Lovecraft, y por primera vez en una edición de este continente, el hasta ahora desconocido Sello de los Primordiales. 

El Tomo II del Libro, que coincidió como dije con el artículo en El Deforma que dio mayor difusión a los coproglifos, habla sobre todo del mito de Azathoth, el Caos ciego e idiota que blasfema y burbujea en el centro del infinito. Aun cuando algunas versiones, como el Necronomicón traducido por Donald Tyson, lo describen sentado en medio de sus propios excrementos (una descripción también atribuida a otra entidad, Yibb-Tstll), no existe precedente alguno del uso de coproglifos para evocarle; y si bien un símbolo cruciforme de brazos simétricos podría representar el “centro del mundo” o “del infinito” donde se dice que se encuentra su trono, ningún símbolo de Azathoth es cruciforme.

Y ¿qué hay en el centro del pentagrama coproglífico en verdad? Como he dicho, la parroquia de San Juan Bautista se encuentra próxima; sin embargo, el edificio que se encuentra justo en el centro ya ha sido mencionado por alguien: el Teatro Diana, donde se ha sugerido que algún ocultista pudo haber llevado a cabo sus ritos durante el largo periodo que estuvo abandonado.

En cuanto a las cruces que no forman parte del patrón, no puedo dejar de observar que forman una línea serpeante a lo largo del extremo superior de la estrella.



Bien podría ser una versión excesivamente grande del trazo en forma de flama que se encuentra en algunas variantes del Sello Arquetípico. Acaso otro intento por desequilibrar el diseño, haciendo salir la llama del punto central para sumergir el pentagrama en caos; una “estrella rota”, podríamos decir, como la describe Alhazred cuando el Sello es quebrantado. Pero esta es sólo otra especulación.

En la parte inferior del Sigil Antiquitatum, una "síntesis" del Sello Arquetípico realizada por el Dr. John Dee, se puede apreciar la Llama Arquetípica o U'vhss-J'hon, en forma curvada y serpeante, no muy distinta a la trazada por las cruces restantes.





Dicho sea de paso, una característica singular del Sello Arquetípico en sus diferentes versiones es que, con frecuencia, sus trazos son curvados, irregulares. La escritora Dawn Matthews, del LovecraftianMythos Occult Discussion Group, ha propuesto una explicación que me parece muy acertada, y me ha dejado perplejo al ver cómo nunca lo había supuesto alguien más: este sería el aspecto distorsionado de un pentagrama simétrico si fuese visto a través de las aguas en movimiento, en la sumergida ciudad de R’lyeh, donde el gran Cthulhu yace muerto, pero soñando, bajo el gran Sello. Este trazo, entonces, debió originarse en las visiones de Alhazred del sepulcro submarino del Durmiente.
 
Cabe también la posibilidad de que el diseño completo simplemente no esté terminado aún, y un segundo símbolo se superponga al pentagrama.

En días recientes ha corrido la noticia de que nuevos copycats han profanado los muros exteriores de algunas iglesias con coproglifos acompañados de un crudo mensaje: Este templo ha sido bendecido por la orden de la cruz de caca”. Los autores de estos actos de crudo vandalismo ciertamente no son los mismos; el único coproglifo “original” próximo a un templo se halla frente a la ya mencionada parroquia de San Juan Bautista, y no se encuentra en el muro del recinto sagrado; el mensaje, estoy convencido, no es contra la iglesia o la fe, sino contra las fuerzas de defensa ante la oscuridad, representadas por el templo que ha albergado por muchos años a un exorcista experimentado. Es prácticamente seguro que los autores en estos casos (son más de uno, ya que la letra en los mensajes es distinta) sean miembros del grupo de Facebook que ya he mencionado, el cual, a pesar de su nombre y su tono desenfadado, fue creado con el fin de recabar información acerca de la autoría de los coproglifos; incluso en su reglamento se expresa la oposición a imitar estos actos. Por ello, la desaprobación de la inmensa mayoría de los miembros se ha hecho oír, y todo indica que la desaparición del grupo es inminente. Por estas circunstancias apócrifas, los he dejado fuera del mapa.

Nos queda como consuelo la certeza de que los culpables se encuentran sin duda entre quienes han aplaudido allí este vandalismo de templos, y sabemos que los agentes de rastreo digital ya se encuentran identificándolos. Créanme, esto es perfectamente realizable con la tecnología a disposición de las autoridades en Guadalajara, así como ha sido utilizada en otros estados para aprehender a quienes incitaban al saqueo de negocios so pretexto de las limitaciones de la pandemia; conozco a personas que trabajan en ello y sé bien que una vez se ha tocado la sensibilidad de la Iglesia Católica, ésta no tardó en presionar para que las autoridades correspondientes se pusieran en movimiento. ¡Nuestro amigo Rosendo Cruz, agente y asesor paranormal de la Procuraduría, ha estado a punto de permitirme publicar la fotografía de uno de los perpetradores que ya tenía en su expediente!

Por desgracia, esto significa que todos cuantos hemos investigado a fondo o presentado hipótesis hemos sido o somos objeto de escrutinio (saludos al agente de CISEN a cargo de mi expediente; debe estar divirtiéndose bastante al añadir el presente artículo a la extraña diversidad de actividades que a estas alturas me han recabado. ¡Por favor haga llegar esto a quien esté a cargo de la cuestión de los coproglifos y espero que sea de utilidad!)

No he de concluir sin un comentario acerca de otro punto que unos cuantos pretendieron relacionar con los coproglifos, aunque es muy improbable tal relación: la serie de videos macabros que aparentemente han sido subidos por un hacker en las redes sociales del Canal 5 de televisión de México, como ha expuesto Proyecto Códex y posteriormente, un servidor. Nada indica que haya relación alguna, sin embargo es posible que más tarde escriba aquí algo al respecto, debido al vínculo con el Necronomicón en la recensión de Simon.

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